Una vez culminada la jornada judicial, la atención estará puesta en el anfiteatro de Dolores, donde la familia del joven asesinado en Villa Gesell realizará una colecta solidaria.
Se espera que hoy sea una jornada más que emotiva en Dolores ya que es la última audiencia del juicio oral contra los ocho rugbiers acusados del crimen de Fernando Báez Sosa y además se cumplen tres años del hecho.
Aunque este miércoles solo habrá declaración de peritos solicitados por la defensa, el ojo estará puesto en la concentración de las 19 en el anfiteatro de Dolores donde familiares de Fernando realizarán una colecta solidaria para “que el dolor se transforme en ayuda”.
Durante las 13 audiencias en el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Dolores desfilaron diversos testigos que dieron testimonios. Entre ellos se destacaron amigos de la víctima, personas que presenciaron el ataque y crimen, peritos de la PFA, médicos, bomberos y policías.
Además, ocurrió algo que pocos pensaban que iba a suceder. De a poco los rugbiers comenzaron a fisurar el “pacto de silencio” y el primero fue Luciano Pertossi. Luego lo hizo Máximo Thomsen, el acusado más complicado y ayer pidió la palabra Ciro Pertossi.
Como todos los días Silvino Báez y Graciela Sosa, papás de Fernando, están presentes en la sala del Tribunal escuchando la declaración de todos los testigos. Aunque en algunas oportunidades decidieron retirarse estuvieron en la mayoría de los testimonios.
Fernando se había ido de vacaciones con sus amigos y por una disputa dentro del boliche fueron sacados por los patovicas. Las imágenes del local bailable muestran la salida de ambos grupos, uno desde la entrada principal de forma tranquila y otros desde la cocina de manera violenta.
Luego de eso llegó la emboscada. Enfrente al lugar, sobre la Avenida 3, Fernando recibió una piña por detrás y en menos de un minuto fue asesinado.
“Caducó”, esa fue la palabra que utilizó uno de los rugbiers para describir cómo finalizó el ataque. Otro amenazó “de esto no se dice nada a nadie”. Sangre, ropa rota, corridas, risas, festejos, abrazos, todo eso expresaron los jóvenes luego del crimen.
Sumado a este escenario, horas después, algunos de ellos se fueron a comer al Mc Donalds ya sabiendo lo que habían ocurrido. “Matar les dio hambre”, sentenció Fernando Burlando.
Antes de las 10 del 18 de enero de 2020, Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz, y Luciano, Ciro y Lucas Pertossi fueron detenidos en la casa que alquilaban en El Bosque de Villa Gesell y, desde ese momento, también comenzó un juego para los rugbiers
Falsas acusaciones, risas, allanamiento, pacto de silencio, todo eso se vivió desde aquella noche fatídica hasta el inicio del juicio oral, tres años después.
La autopsia reveló que Fernando murió de «un paro cardíaco producido por shock neurogénico debido a un traumatismo de cráneo”. Los papás del joven, Graciela y Silvino, explicaron frente a las cámaras un doloroso desenlace: «Mi hijo era donador de órganos y, por los golpes que recibió en todo su cuerpo, no pudo donar nada».
Se trata de uno de los crímenes que quedó registrado de principio a fin y que denostó ser un antes y después en torno a la “noche” de la localidad balnearia.
Se dictó la imputación por «homicidio doblemente agravado por alevosía» por el concurso premeditado de dos o más personas y «lesiones leves» por las agresiones que sufrieron amigos de la víctima.
Ahora ocho jóvenes, todos menores de 24 años, están siendo juzgados en Dolores por el asesinato y se espera que a fines de enero el Tribunal de a conocer la sentencia, posiblemente prisión perpetua para todos.