Como toda figura mitológica, su imagen fue esculpida durante siglos y está representada en distintas ciudades del mundo occidental. En Buenos Aires, la más famosa es la de El centauro herido del artista francés Émile Antoine Bourdelle, ubicada en la Plaza Dante, delimitada por las avenidas Pueyrredón, Figueroa Alcorta y la calle Emilio Petorutti, en Recoleta.

La escultura de bronce de casi cuatro metros de altura, que representa uno de los principales seres mitológicos, está ubicada desde 1914 a metros de la entrada del Museo Nacional de Bellas Artes.

NA – El centauro era una criatura de la mitología griega, mitad hombre mitad caballo: la cabeza, los brazos y el torso eran humanos y estaban unidos por la cintura al cuerpo y las patas de un caballo. Representaba la barbarie y el caos desenfrenado. Su figura solía aparecer en la escultura arquitectónica griega y la decoración de cerámica.

La obra, realizada en bronce patinado verde, está emplazada sobre una base revestida en mármol. Lleva la firma del autor, fecha de 1914 y su título original grabado: La muerte del último centauro. A diferencia de otras estatuas que fueron trasladadas, ésta siempre mantuvo su ubicación original, a metros del Museo de Bellas Artes. 

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Se trata de una escultura de escala monumental, de unos cuatro metros de alto. La cabeza ladeada hacia la izquierda da la sensación de que tiene el cuello quebrado. El brazo derecho está sobre una lira que se apoya sobre su lomo, mientras que el izquierdo se desploma al igual que sus patas. La anatomía de la figura está correctamente trabajada de acuerdo a la formación clásica que tuvo Bourdelle. La obra está basada en la misma serie que el autor realizó entre 1911 y 1913 para el Teatro de los Campos Elíseos, en París.

La inspiración de Bourdelle surge del mito de Quirón, quien fue herido accidentalmente por Hércules, o Heracles, quien era uno de sus grandes amigos. El héroe estaba peleando con otros centauros y sin quererlo disparó una de sus flechas contra él. El dolor que sufrió Quirón fue insoportable, pero así fue como obtuvo la inmortalidad. Su herida nunca sanó del todo, así como tampoco el dolor. La criatura suplicó a los dioses que le dejaran morir para aliviar su sufrimiento y éstos se lo concedieron, pero Quirón hizo una última buena acción, le cedió la inmortalidad a Prometeo. Así, Quirón se convirtió en una constelación.

Bourdelle (Montauban, 1861 / Vésinet, 1929) fue discípulo de Rodin y trabajó como su ayudante desde 1893 a 1898, aunque luego supo desarrollar el estilo monumental que lo destacó como artista independiente y pudo influenciar a otros escultores más jóvenes, como Alberto Giacometti. Otra de sus obras importantes es, justamente, la que se complementa con El centauro herido. Se trata de Heracles, El arquero, que estaba en la misma plaza Dante, pero que tras la pandemia fue trasladada al predio de Monumentos y Obras de Arte para su restauración y puesta en valor.

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Por Por Redacción Metaversoar

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