Una feria del libro feminista. ¿Existe? ¿Hay antecedentes? Un grupo de compañeras de militancia se hicieron esta pregunta en 2017. Ninguna de ellas se dedicaba a la literatura, pero que 11 mujeres se recomendaran textos bastó para crear un espacio transversal cuando todavía la sororidad no era una palabra popular.
El espacio que comenzó hace 5 años, a partir del encuentro de un grupo de compañeras de militancia política, hoy llega a la 4° edición de la Feria del Libro Feminista (Filfem), que se desarrollará este domingo en el Complejo C Art Media de Chacarita, y reúne a más de 90 editoriales y librerías con publicaciones feministas y de diversidades con gran variedad de propuestas centradas en el debate de temas como la maternidad, la violencia de género, las disidencias y las infancias libres.
Una feria del libro feminista. ¿Existe? ¿Hay antecedentes? Un grupo de compañeras de militancia se hicieron esta pregunta en 2017. Buscaron referencias: Feria Lila, en Santiago de Chile. Feria de Sant Jordi, en Barcelona. No mucho más. Ninguna de ellas se dedicaba a la literatura, pero la conjunción de 11 mujeres que se recomendaban textos bastó para crear un espacio transversal cuando todavía la sororidad no era una palabra popular.
Su potencia política radica en reunir los feminismos que se imprimen en los géneros y soportes más diversos: manifiestos, novelas, ensayos teóricos, fanzines, relatos de no ficción, investigaciones y poesía. La potencia es la misma que las lanzó, a partir de la lucha por la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), a la primera feria en 2018 y que hoy acumula cuatro ediciones.
“El espíritu es ser un espacio transversal, amplio y plural en el que se prioriza darle visibilidad a los pequeños editores. En la curaduría se trabaja especialmente para que editoriales y librerías no se pisen, para que no se repitan títulos”, explica a Télam Josefina Maharbiz, una de las coordinadoras y fundadoras de Filfem.
Una ola, todas las olas
El momento social, político y económico en el que transcurre la feria de 2022 es muy diferente al de su primera edición, en 2018, atravesada por un leitmotiv que, aún con diferencias dentro de los feminismos, arrasaba como una ola: la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En ese entonces, el consumo de feminismo era imparable y la feria tuvo varias cuadras de cola de personas para ingresar.
Hoy, las batallas son diversas y múltiples, así como también los posicionamientos. Como en toda arena de disputa política, las diferencias afloran: regulacionistas versus abolicionistas de la prostitución; feminismos que prefieren la cancelación y los escraches de varones denunciados por violencia de género, frente a quienes defienden la inocencia hasta que se demuestre lo contrario.
Ya no hay una ola arrasadora, los temas de interés se ramifican, y como en todo proceso de expansión, los límites se amplían y las reglas encorsetan.
“El feminismo está buscando un lugar, y eso se expresa también en la feria. Estamos en un momento amesetado del movimiento. Hubo muchos triunfos y probablemente los siga habiendo, pero estamos en otro estadío. Hay cosas que tienen que decantar, es la calma tras la oleada. Y esta edición de la Filfem representa eso: una búsqueda de nuevos temas que nos interpelen a todes”, agrega Maharbiz.
“Las producciones de la cultura sirven para ensayar modos sensibles de hablar de las cosas que nos preocupan: lo travesticidios, los femicidios y los discursos de odio. Personalmente, me interesa trabajar teniendo en cuenta la diversidad y proponer una alternativa de disfrute con textos donde esté presente la imaginación, la autobiografía y la posibilidad de inventarse”, explica a Télam Gabriela Luzzi, fundadora de Paisanita Editora.
El ancho mar feminista
“La deuda es con lxs trabajadorxs sexuales” es una de las charlas centrales de la Filfem, conversación que tendrá espacio a partir de las 17 y en donde la periodista Mikki Lusardi entrevistará a Georgina Orellano, autora del libro «Puta feminista, historias de una trabajadora sexual» (Pengüin Random House).
A raíz de esta charla, militantes feministas del abolicionismo se pronunciaron en redes sociales y cuestionaron la decisión de la feria de incluir la voz de Orellano, quien además de presentar su libro es una militante histórica por los derechos de las trabajadoras sexuales en Argentina.
“Tenemos feminismos de izquierda y feminismos de derecha y ahí hay un mar turbulento, y esa turbulencia habilita revoluciones y contra-revoluciones. Nosotras como feria no tomamos una postura. En este caso Georgina había sacado un libro y llegó la oportunidad de presentarlo. En el espacio hay muchos feriantes que traen textos abolicionistas, además. De nuevo, la postura de la feria es ser plurales”, dijo Maharbiz.
Las disputas también se erigen en torno al lugar que ocupa el colectivo travesti-trans dentro de los feminismos. Hay quienes todavía perciben la feminidad como una parcela a la cual sólo puede accederse con un determinado tipo de genitalidad.
En la Filfem hay algunos sellos que editan especialmente títulos escritos por este colectivo o con temáticas vinculadas. Uno de ellos es Puntos Suspensivos Ediciones, una editorial autogestiva llevada adelante por los poetas y militantes trans Gaita Nihil y Mateo Diosque, que hace varios años edita a personas trans, travestis y no binaries.
Otro caso es la Editorial Muchas Nueces, un sello editorial cooperativo y un nodo de creación de obras literarias y artísticas que también edita a autores travestis y trans, aunque no exclusivamente.
También se suma Patronus Ediciones, especializada en poesía contemporánea.
“La reparación a la comunidad travesti-trans podría ser un nuevo lema, pero a mi juicio pasan dos cosas. Por un lado, creo que es una demanda bastante urbana, que todavía no llega a todos los rincones del país. Y, por otro, tenemos todavía dentro de los feminismos un ala biologicista”, agrega Maharbiz.
El valor en la diversidad
Feminismos. Diversidades. Maternidades. Militancia lésbica y bisexual. Activismo travesti-trans. Economía feminista. Feminismo y clase. Feminismo y racismo. La variedad es arrolladora y los sellos que participan de la FILFEM prefieren no separar feminismo de diversidades.
“Lo que comenzó como un espacio de militancia se transformó en una editorial en donde priorizamos nuestras propias inquietudes: maternidad, salud, literatura para niñeces. Tenemos además un catálogo muy lesbiano y un catálogo de feminismo materialista, porque creemos que no podemos hablar de feminismo si no hablamos de clase. Ahí está el corazón de cómo pensamos nuestras publicaciones”, dice a Télam Verónica Diz, una de las fundadoras de Editorial Madreselva.
Los sellos consultados coinciden en que la Filfem tiene un doble efecto positivo para la industria. Para los usuarios o lectores, es un espacio en donde hay un recorte específico de temas, una especie de nicho que garantiza encontrar lo que se busca. Y para las editoriales, es la oportunidad de venderle directamente al público, poder hablar con las personas, generar un circuito de intercambio con esos lectores y así, además, evitar la pérdida económica en la cadena de distribución de los libros.
Además de una propuesta amplia y variada para adultos, la feria tiene un enfoque especial en la literatura para niñeces e infancias. En este punto, uno de los sellos que se destaca es Gerbera, que hace 15 años edita literatura infantil y juvenil.
“En Gerbera la literatura es inclusiva sin perder de vista nunca la calidad literaria. Nuestros títulos tienen una tipografía especial para que puedan leerlos niñes con dislexia, y dentro del catálogo hay 10 títulos en tinta braille. Nos gusta pensar el momento de la lectura como un momento de intercambio”, explica Paola Malanga, parte de Editorial Gerbera, sello para las niñeces que tiene publicados más de 60 títulos.
Las opciones se completan con la propuesta de Ediciones Zorro Rojo, sello que tiene títulos ilustrados tanto para adultos como para niñeces; Chirimbote, sello reconocido por su colección Antiprincesas; y Pipala, una propuesta de ilustrados con una mirada de los libros como objetos literarios y artísticos, entre otros.
“La Filfem pone en relevancia todo el trabajo con perspectiva feminista que hay desde el campo de la escritura. Hay espacio para que participen editoriales que han surgido como micro-emprendimientos o fanzines, desde donde se ejercita intensamente el compromiso por lo menor, como también editoriales medianas y grandes. Todas ellas pensando en el lenguaje como una forma de resistencia”, agrega Luzzi.